Bahía Solano, cuna de las ballenas Yubartas

@crisangoz

Para un montañero llegar a la inmensidad del mar es todo un descreste y mucho más después de atravesar los andes en su ramal de la cordillera occidental colombiana en un bimotor que se mece más que hamaca en época de apareamiento. Después de un turbulento vuelo de 35 minutos desde el Aeropuerto Olaya Herrera de Medellín, arribamos a una pista en medio de una tupida selva.


Apenas descendimos del avión en el aeropuerto José Celestino Mutis, bautizado así en honor al gran expedicionario y no como muchos piensan que es por las tiendas naturistas (qué poco sabemos de historia) nos sentíamos aún en tierras antioqueñas, pues con el perdón que se merecen los nativos de este municipio chocoano y sin muchos regionalismos que tanto daño nos hacen, allá hay mucho paisa y desde que llegas dejan ver su camaradería con sus coterráneos. Es así como abordamos un mototaxi conducido por Mari Luz, una hija de El Peñol, quien desde hace varios años y por la violencia que vivimos en el Oriente Antioqueño, se desplazó al pacifico colombiano en búsqueda de paz y oportunidades. Maneja su moto taxi como los dioses por las escasas vías que tienen allí, como una acróbata esquiva baches, semovientes y palos y ramas que dejan a diario las torrenciales lluvias, hay que aclarar que la selva chocona es catalogada la de mayor pluviosidad a nivel mundial y Bahía Solano no es la excepción.

Después de un recorrido de 20 minutos por la única carretera que tiene el pueblo llegamos al corregimiento de El Valle, el más importante y poblado del municipio después de su cabecera Ciudad Mutis.

Al llegar a este corregimiento no lo creímos, pero seguimos jugando de locales al encontrarnos otra coterránea del oriente Antioqueño, esta vez era una ciudadana santuariana que como los de su tierra, han colonizado el mundo con sus emprendimientos. Doña Rubiela como se llama la señora, es la propietaria del Ecohotel Kipara ( en lenguaje emberá traduce Jagua, árbol conocido por nosotros los del interior por la tinta que se usa para tatuajes temporales, pero que también es medicinal y muy utilizado por esta cultura indígena colombiana) un refugio al pie del mar en la desembocadura del río Valle.

El Corregimiento El Valle cuenta con una playa llamada el Almejal, con una extensión de unos dos kilómetros  ininterrumpidos de arena, sobre la que se puede caminar sin ningún problema cuando la marea está baja y desde la cual también se pueden observar las ballenas sin el más mínimo esfuerzo.

Nos instalamos en el ecohotel de doña Rubiela, atendido por su propietaria, quien desde hace más de 20 años adquirió estos terrenos, que está explotando productivamente desde hace 10 años; doña Rubiela convive en armonía con los nativos, genera empleo, presta servicios hoteleros y es una persona que te hace sentir como en casa. La cocina es atendida por Rosita, una nativa de El valle que hizo las delicias de nuestra estadía allí, desde el desayuno Rosita nos dio frutos del mar en todas sus presentaciones: ceviches, caldo de pescado, pescado frito, cocinado y asado todo acompañado de un delicioso arroz con coco, patacón y jugos de arasá, carambolo, guayaba y si la impotencia no la había curado con el pescado, nos embutía una buena jarra de jugo de borojó para que estuviéramos repuestos para la siguiente faena.

Nuestro primer día en el corregimiento El Valle de Bahía Solano no habría podido ser mejor, apenas llegamos al hotel desde el comedor del mismo, a lo lejos en el océano descubierto por Balboa emergió una inmensa y hermosa Yubarta, saltaba como un gesto de bienvenida, dejando una estela de espuma con cada salto, estos cetáceos son considerados los animales más grandes del mundo; en la misma tarde un atardecer con un sol rojo como de película nos amenizó el ocaso del primer día de las choco-aventuras.

En el día dos se centraba todo nuestro viaje, el cual habíamos planeado con una anticipación de 4 meses, reservando tiquetes aéreos, reservando hospedaje y cuadrando los permisos laborales y académicos para poder venir a la cita con las ballenas jorobadas o yubartas, que como ya lo dijimos son los cetáceos más grandes que existen en nuestro planeta y que cada año por el mes de julio arriban a las costas colombiana a dar a luz, no es gratuito que Bahía Solano y en especial el parque nacional de la ensenada de Utría, sea conocido como la “cuna de las ballenas jorobadas”.

Muy temprano en la mañana nos recogió en el hotel un avezado lanchero que se conoce de memoria estas costas colombianas, salimos mar adentro con las primeras luces de la mañana para evadir el sol directo y evitar un poco el mareo, pero como buenos montañeros acostumbrados a la tierra firme, con el vaivén de la lancha y  las olas del mar, no demoró mucho en llegar el mareo acompañado de una buena cantidad de jugos gástricos, así suene algo asqueroso es una descripción obligada, ya que son pocos los que la aguantan, sin embargo después de esto nos sale el lanchero con esta perla “patrón, se hubiera tomado un mareol anoche”… que putas íbamos a saber, si la única forma en que nos mareamos los del interior es cuando nos empujamos una botella de aguardiente.

Bueno, después de este inconveniente se puede decir, -valió la pena, logramos ver una manada de 6 yubartas acompañadas de unos 40 delfines, espectáculo que nunca en la vida habíamos contemplado; con esa maravillosa imagen se nos olvidó el mareo y después de casi dos horas en mar abierto regresamos a tierra firme a recibir los cuidados de Rosita, quien nos esperaba con un caldo de pescado con mucho limón y con una deliciosa sierra frita para que nos repusiéramos de la experiencia, toda esa tarde la conversación en la piscina girón entorno al avistamiento de la mañana.

En estas tierras es mucho el flujo de turistas en especial extranjeros, compartimos e intercambiamos señas con nacionales de: Holanda, Alemania, Francia, Dinamarca, Estados Unidos y un par de Checas que no adoptamos porque no se dejaron, ah y decimos que intercambiamos señas porque nuestro nivel de inglés, es peor que nuestro maltratado castellano, ya se pueden imaginar.

Para el tercer día nos aventuramos a un recorrido selvático, la operadora turística Tundó Tours una famiempresa dedicada al turismo y atendida por su propietario Francisco Eduardo Perea Tejada, nos introdujo por el río Tundó, un recorrido guiado, amenizado por el canto de las aves de las cuales pudimos observar más de 15 tipos diferentes, todo un manjar para los ornitólogos, el recorrido de dos kilómetros por las mansas aguas de este riachuelo es amenizada con la información de Francisco quien no se negó a ninguna de las preguntas de los viajeros, un recorrido de casi 3 horas que finaliza con un delicioso café o aromática que Francisco ofrece a los visitantes, antes de regresamos al hotel.

El cuarto día lo invertimos en un recorrido por Ciudad Mutis, cabecera municipal de Bahía Solano, el cual estaba atiborrado de turistas y nativos  con motivos del Festival de La bahía, celebración a la que todo el pueblo concurre para disfrutar de los diferentes artistas que llegan desde el interior para amenizar con su música y tonadas. Y como no venirnos sin una artesanía, Sara un nativa que trabaja la tagua y las maderas nativas, se prepara durante el primer semestre del año realizando todo tipo de trabajos manuales para venderlos durante la temporada alta, su trabajo abarca desde tallas de ballenas, pasando por pulseras hasta cucharas de madera, con estas ha sacado su familia adelante, 3 hijos que están repartidos entre Medellín y Chocó, por motivos de estudio.

Así mismo la naturaleza no podía dejarnos venir sin una despedida, ese día cayo un temporal digno de película, un aguacero acompañando de truenos y relámpagos que nos obligó a encomendarnos a Santa Bárbara, fue tal la tormenta que se fue la luz, así terminamos nuestras chocó aventuras, un viaje sugerido para todos los públicos.

Recomendaciones

A Bahía solano se llega por vía aérea desde Medellín o Quibdó con conexión directa, o vía marítima desde Buenaventura de un viaje que puede tardar entre 6 y 24 horas dependiendo del transporte que consiga (lancha, buque de cabotaje)

Aunque puede viajar durante todo el año, sus principales atractivos se dan en el segundo semestre de cada año con la llegada de las ballenas jorobadas a partir de julio y hasta octubre y con el desove de las tortugas golfinas en septiembre.

Imperdible no visitar el parque nacional ensenada de Utría, una extensión de ecosistema de 54 mil hectáreas entre selva y mar, que abarca territorio de los municipios de Nuquí, Bahía Solano, Bojayá y Alto Baudó, ecosistema catalogado como único en el planeta en el converge y cohabita una gran cantidad de fauna y flora, peces, crustáceos, mamíferos,  y aves se junta con los manglares ya la selva tropical lluviosa.

La comida del lugar es espectacular, los diferentes platos del pacífico son deleite de propios y extraños.

Adentrarse en la selva en una caminata guiada es otro de los placeres y programas que te ofrecen los lugareños, en nuestro caso realizamos el recorrido por el río Tundó con la operadora del mismo nombre, muy recomendada.

El repelente es bueno llevarlo por litros, la gran cantidad de plaga hace fiesta con los forasteros, al parecer somos un manjar para ellos.

En la actualidad 2017, Bahía Solano es gobernado por Harley Liliana Ortiz Salazar una hermosa chocoana, de profesión abogada que ha ejercido diversos cargos públicos en este municipio, comisaria de familia, inspectora entre otros, quien con el aval compartido entre Cambio Radical y La U logró 2592 votos que le aseguraron la alcaldía para el periodo 2016 – 2019.

Harley Liliana Ortiz Salazar

Y para culminar les dejamos esta reflexión: Es una lástima que  el departamento del chocó pareciera que no existe para ningún gobierno, sin embargo y a pesar de las vicisitudes tiene un gran activo, su gente, luchadora y con un amor por su tierra que contagia.