Por Luis Pérez G.
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El Impuesto Predial en el Sector del Poblado en Medellín subió el 41% en 2013 contra una inflación del 2.44%. La Alcaldía de Aníbal Gaviria subió el predial 17 veces la inflación. Es decir que el aumento que debería hacerse en 17 años lo hizo la Alcaldía de Gaviria en un solo año!. Es un despropósito. Pareciera no existir diferencia entre las extorsiones que los bandidos hacen en todos los rincones de la ciudad y un aumento de 17 veces la inflación en el impuesto predial en el sector más actualizado catastralmente y el que más aporta a la economía de la ciudad como es El Poblado. Y en los demás barrios de la ciudad aumentó entre el 20 al 25%, aumento que es 10 veces la inflación!. El impuesto predial es ya un arriendo.

El Alcabalero no oye razones, decreta aumento de impuestos que estimulen el desempleo y la desinversión. En los últimos 8 años en Medellín, el impuesto predial había subido el 118% mientras la inflación en esos 8 años fue de 36.5%. Es un engaño que la Alcaldía diga que Medellín está desactualizado catastralmente. Por el contrario, Medellín es la ciudad más cara del país en Impuesto Predial.

Los liberales nacieron luchando contra los alcabaleros y contra los que imponen impuestos. En paradoja, por aquí los alcabaleros se hacen llamar liberales. Es una farsa utilizar ideas liberales para atropellar con impuestos a la ciudadanía. Qué decadencia ideológica.

Pareciera Medellin una ciudad donde se permite que todos hagan lo que les dé la gana. Desde el alcalde hasta los bandidos.

La actitud de un gobernante frente a los impuestos devela su personalidad. El que ama los impuestos, gusta recortar las libertades públicas; el que abusa de los impuestos es amigo velado de ejercer el poder con soberbia, censura o autocracia.

Hay gobernantes cuya meta de gobierno es molestar a la ciudadanía. En lugar de convertirse en mano amiga para hacer la vida menos difícil, se imponen el propósito de dictar medidas que sofocan el espíritu y vacían el bolsillo.

El abuso en los impuestos produce histerismo. Ante la falta de ideas para transformar a una sociedad, ante la carencia de respuestas a los conflictos urbanos, hay gobernantes que pasan a la historia como alcabaleros tristes. Es justo pagar impuestos, pero tributos injustos exaspera y torna agresiva al pueblo.

La historia de la humanidad es una lucha constante entre la ciudadanía y los regímenes abusivos con impuestos. Un gobernante alcabalero que exagera los tributos asume la personalidad de extorsionista y ahoga aspiraciones de la gente.

El abuso con los impuestos tumba gobiernos. En 1781, los españoles impusieron gravosos impuestos. En acto de rebeldía, Manuela Beltrán y otros inconformes rompieron en El Socorro la tabla que contenía el edicto de gravámenes. Se amotinaron, vociferaron, no pagaron, e iniciaron una desobediencia civil que a la postre fue el inicio del derrumbe del yugo español. Conformaron una Junta llamada Comuna, y Los Comuneros, quienes, a cualquier precio, repudiaban al Rey por los desmesurados impuestos. El movimiento de los Comuneros se extendió a toda la nación aglutinando más de 20.000 líderes populares. A pesar de que por una traición la gran mayoría fueron fusilados y descuartizados, este antecedente fue el símbolo definitivo para que cayera la dictadura española.

El Liberalismo clásico nació como rebeldía contra instituciones que imponían toda clase de tributos. George Bush, padre, perdió su reelección como Presidente de EEUU por ofrecer al pueblo en elecciones: “Read my lips: no more taxes” (leed mis labios: no habrá más impuestos). Pero luego los subió. Y los americanos se lo cobraron.

Hay gobernantes que parecen cambiar de cabeza cuando cambian de puesto. Cuando son ciudadanos protestan por los altos impuestos y cuando son gobernantes reciben los merecidos insultos por aumentar irracionalmente los tributos.

Está caliente la ciudad. Se siente en el ambiente la cólera de la gente.

Una ciudad con grandes recursos, con una cultura de pago ejemplar, debe tener juicio con los impuestos. No puede parecer la alcaldía una jauría de perros hambrientos que salen como bandas a esquilmar los bolsillos de los ciudadanos.

En una ciudad con una cultura de pago ejemplar, usar mecanismos artificiales para aumentar el catastro puede estimular el no pago o inducir a que la gente emigre y no invierta en la ciudad. Más impuestos no significa más recaudos.

El inmoderado aumento del predial es un raponazo a la ciudadanía que llena de amargura el corazón de los ciudadanos. Parece que por aquí no necesitamos atracadores ni bandidos, con los impuestos tenemos.