EL OSADO EJERCICIO DE LA DEMOCRACIA EN COLOMBIA

CLAVES PARA ENTENDER NUESTRA COMPLEJA IDIOSINCRASIA

DE POLÍTICA Y PRIMATES

Por: @elmagopoeta

Juan Fernando Pachón Botero

En el reino de los primates el macho alfa ha de estar siempre presto a satisfacer las más variadas demandas de su clan. Según diversos estudios científicos, es bastante recurrente que el líder de la manada, luego de una intensa cacería,reparta pequeños y jugosos trozos de carne a su comunidad, con el propósito de ganar sus afectos, lo que en términos prácticos no es más que un soborno social.

Los chimpancés suelen formar sociedades de hasta 150 individuos, y como en cualquier tipo de organización, necesitan de un líder que los proteja de las amenazas externas, les provea de alimento suficiente y les otorgue algún tipo de confort. Sin embargo,el aspirante a portar tal dignidad debe sortear toda forma de hostilidades por parte de sus opositores. En algunos casos, la fuerza bruta determina el éxito en la campaña proselitista. Pero en muchas otras ocasiones, el asunto se ha de dirimir en función de cuántos amigos y simpatizantes puede llegar a acumular tal o cual chimpancé; es decir, la victoria está supeditada a una buena gestión de alianzas estratégicas, a esporádicas manifestaciones de empatía y a exóticos regalos, tales como brindar consuelo a un miembro enfermo de la familia, juguetear cariñosamente con una cría ajena, dotar a la comunidad con frutos secos y bayas o promover a un congénere para ocupar una mejor posición en el grupo. Cabe destacar que los chimpancés son sumamente territoriales y les encanta ostentar el poder, razón por la cual suelen exhibir sus portentosas cualidades físicas o, en caso contrario, recurrir a sus dotes diplomáticas, en aras de ascender en la escala social. Así pues, considerando la sorprendente cercanía genética con nuestros parientes más próximos, dado que compartimos el 99% del ADN, no es de extrañar las profundas similitudes en torno al juego de la política.

EL ARTE DEL ENGAÑO

Extrapolando el agitado comportamiento social de los primates a la conducta humana podemos hallar una explicación plausible a nuestro ancestral gusto por el poder. Desde que nuestros antepasados bajaron de las ramas de los árboles, en su exitosa carrera evolutiva, para luego conquistar su entorno y así fundar las primeras tribus y reinos, siempre han pugnado por diseñar una sociedad jerárquica en la cual han de convivir, tanto los siervos y fieles súbditos, así como las figuras de autoridad y los reyes, con todo su séquito de áulicos y colaboradores. El oficio de la política es bello y loable. En la teoría funge como un instrumento de equidad y justicia que ha de velar por el bienestar de los ciudadanos. El problema radica en su puesta en marcha, llevada a cabo, salvo honrosas excepciones, por seres megalómanos, ajenos a la realidad, cautivos de su propia vanidad, falsos mesías y encantadores de serpientes,que sólo buscan llenar sus alforjas a costa de la ignorancia de las masas: los políticos. ¡Ah, los políticos! Estos mercaderes de la miseria humana, que prometen esta vida y la otra, dicen representar el verdadero cambio, y lo repiten cual mantra, una y mil veces sin sonrojarse siquiera. Lanzan besos al aire, sonríen descaradamente, recitan bellos y elocuentes discursos y cargan bebés en plan paternal, pero todo ello forma parte de su extraño multiverso paralelo, el cual se desvanece como la arena una vez logrado el botín. En la Antigua Roma los hombres más virtuosos y probos eran postulados para aspirar a cargos públicos, por lo cual se les denominaba candidatos, cuya etimología proviene del latíncandidus – cándido, puro -. Nada más alejado de la realidad. Sin distingo de ideologías, banderas y colores, los candidatos de hoy no son más que simples artistas del ardid y la trampa.Casi nunca dejan ver su verdadero rostro, siempre juegan con un as bajo la manga, con cara ganan, con sello perdemos, acechan cuales aves de presa en busca de incautoscorderos. No es un asunto de izquierdas ni de derechas, de capitalismo ni de comunismo. Todos parecen hechos con el mismo molde. Nuestra condena y eterna desgracia: elegir al menos peor, al menor de los males, no votar “en favor de” a plena conciencia, sino “en contra de” llenos de miedo, el voto protesta, el voto castigo. Y así nos va. Para la muestra un “Rodolfo”. Confieso que he perdido la fe. Quizás por eso ya no me desgastó en leer programas de gobierno ni en escuchar debates amañados; meros cantos de sirena, el grito taimado de lo que el pueblo quiere oír, estériles arengas. En la época de la Violencia, liberales y conservadores zanjaban sus diferencias a fuego y machete. En la época de las redes sociales sometemos al escarnio público a todo aquel que no piense como nosotros, resguardados bajo el anonimato que brinda la virtualidad; una forma de violencia más solapada, ruin y cobarde. A menudo se le atribuye una frase, quizásapócrifa, a Voltaire: «Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo». Sea o no de su cosecha, qué contundente y oportunomensaje.

DE LAS IDEAS A LAS IDEOLOGÍAS: UN PELIGROSO CAMINO

El mundo de las ideas, aquél que tanto desveló a Platón, nos ha hecho posible escalar las cumbres del conocimiento en busca de la veracidad de las cosas. La idea más feliz de Einstein, al lomo de un rayo de luz, hizo posible el sistema de navegación por GPS; la epifanía de Newton gracias a una manzana cayendo de un árbol hizo posible la llegada del hombre a la Luna; Colón y su intuición acerca de una tierra desconocida más allá de los mares hizo posible el descubrimiento de América. Las ideas señalan el destino del Hombre, y evolucionan hacia un estado superior conforme van siendo perfeccionadas por cada genio de su tiempo. Las grandes ideas se construyen a partir de la suma de muchas pequeñas ideas, esbozadas por eruditos de diversos saberes. El sabio es consciente de su ignorancia y por eso mismo dedica su vida a la investigación y al análisis. Sócrates lo resumió en un axioma de humildad y grandeza a la vez:“sólo sé que nada sé”, una inmutable condición de nuestra imperfecta naturaleza humana. En cambio, el ignorante lo cree saber todo y ésa es su perdición, su derrota como ser pensante. Las ideas traen consigo progreso y bienestar, y además nos encauza hacia el escepticismo científico, hacia la refutación de las imposiciones morales, hacia la búsqueda incansable de la verdad, hacia el libre pensamiento, y por ello mismo han de ser un vehículo que conduce a un mundo mejor. No así ocurre con las ideologías, caldo de cultivo delas empresas fallidas. Las ideologías prosperan en detrimento de la lógica y la razón, son arbitrarias, se anclan en la conciencia de los hombres faltos de criterio y pobres de espíritu, son terriblemente nocivas para el libre desarrollo de los pueblos. Hitler embaucó a millones de alemanes con su verbo embrujador y empujó a sus tropas al horror y a la barbarie, … y al mundo a una guerra de destrucción total. La Guerra fría entre EEUU y la otrora Unión Soviética ha sido el culmen de la estupidez humana; una guerra no frontal de ideologías: el capitalismo de la ultraderecha contra el comunismo de la izquierda radical, cuyas bases teóricas diametralmente opuestas derivaron en salvajes confrontaciones, al calor de un discurso bélico insulso y malsano: la guerra de Vietnam, la guerra de Corea, la guerra civil del Salvador, las dictaduras de América Latina, el muro de Berlín. Ya en el ámbito local, Bolívar y Santander señalaron el camino, dando origen a la atávica disputa política entre el conservatismo y el liberalismo, al vaivén del azul y el rojo de sus respectivas banderas, y más recientemente entre el uribismo y el petrismo más exacerbado e irracional (y cualquier otro tipo de ismo), cuyas irreconciliables orillas ideológicas han llevado al país a un nivel de polarización extremo, haciendo mella en la salud mental de la ciudadanía. Cada bando, en un tonofrancamente pretencioso y pedante, se cree dueño de una superioridad moral inmaculada, inflamado de un éxtasis retrógrado, envuelto por el gris manto de un maniqueísmoirreflexivo. O es blanco o es negro. O es el Diablo concachos y con cola o es el Sagrado Espíritu Santo. O es la representación del bien supremo o es la encarnación viva de la maldad pura. Y lo digo con conocimiento de causa, puesyo mismo he caído en esa vil trampa, que te abraza, que te consume, que te devora a fuego lento, sin percatarte de ello siquiera. Y así, con la misma ligereza – y torpeza – con que irrespetamos las posiciones contrarias a nuestras afinidadespolíticas, tampoco admitimos las diferentes tonalidades y matices que nos ofrece el no tan amplio espectro electoral, so pena de ser lanzados al patíbulo de los tibios. En especial,aterra la virulencia y el fanatismo recalcitrante, ciego y sordo con que se avientan las hordas hacia el intruso en términos ideológicos. No obstante, el problema es mucho más de fondo.

LA CULPA NO ES SÓLO DEL PRESIDENTE

Más allá de cualquier debate de tinte político a la hora de endilgar culpas, debemos entender que el problema no atañe única y exclusivamente a las clases dirigentes ni a las oligarquías que nos han gobernado desde los días de la Patria Boba, pues una parte importante de éste recae en nosotros como sociedad, como sociedad inviable. Es un asunto de IDIOSINCRASIA. Llevamos en nuestras venas la sangre de crueles y ambiciosos conquistadores, de parias de la sociedad española de los siglos XV y XVI, de incorregibles presos que optaron por emprender una aventura incierta en altamar a cambio de su libertad, de soldados incultos y supersticiosos que portaban con una mano la cruz y con la otra la espada. Y si bien nos legaron la religión (?) y el idioma (¡), también heredamos sus malas costumbres. Prueba de ello: las primeras repúblicas, sumidas en el caos institucional, la inestabilidad política y las revueltas populares. De aquella época hacia acá, hemos venido padeciendo las mismas taras sociales, y si bien hemos logrado importantes hitos en asuntos de democracia, aún estamos lejos de ser un estado confiable. Cada cuatro años suele aparecer el nuevo salvador de turno, el gobernantemilagroso que ha de rescatarnos de nuestras desventuras, el impoluto estadista que ha de capitanear este barco a laderiva. Sin embargo, aún lo seguimos esperando. ¿Acaso nos falta agudeza mental para desvelar el misterio? Todos y cada uno de los servidores públicos que nos representan en las más altas esferas, sin excepción alguna, son una fiel copia denosotros mismos, de nuestras imperfecciones y carencias como sociedad, y en honorables casos, también, de nuestras virtudes más elevadas; es lo que produce la tierra. No le podemos pedir peras al olmo. Y no menciono nombres para no herir susceptibilidades, más aún en estos tiempos de histeria y locura, pero aquí entran en la misma ecuación todos los partidos, todas las ideologías, todos los políticos de nuestra sagrada patria: el país del Sagrado Corazón y la Virgen de Chiquinquirá, unos más comprometidos que otros, por supuesto. No es un tema del individuo, es un tema del colectivo cultural y sus vicios más arraigados, los cuales nos definen como pueblo. En Colombia ha hecho carrera la idea manida de que “el vivo vive del bobo”, de la malicia indígena, del “todo vale”, de los pequeños deslices, de las pícaras jugaditas, de los buenos cristianos con doble racero. Solemos “untar la mano” a los agentes de la ley, robar un puesto en la fila, descargar películas en páginas piratas. Somos esclavos de los prejuicios, de los señalamientos infundados, de la lapidación mediática y gratuita.Afrontamos las circunstancias según nos convenga. Somos los reyes del chiste barato, de la envidia insana, de la crítica sin fundamento. En fin, somos un cúmulo de imperceptibles defectos, una suma desafortunada de intangibles detalles,que se han vuelto la norma, que se han vuelto paisaje. Todo está tan subrepticiamente sistematizado, tan peligrosamente interiorizado, que las estructuras más íntimas del tejido social han terminado por ser socavadas de manera indefectible: la pequeña sociedad, la familia, la cuadra delbarrio, la empresa, el curso escolar, la oficina, el grupo del WhatsApp. Y de aquí escala a los círculos más encumbrados del poder. He ahí la dinámica de nuestro temperamento latino y tropical. Es realmente muy triste y desolador. Estimado lector, quizás al momento de leer estas líneas ya hayamos elegido, para bien o para mal, a un nuevo presidente. O acaso este embrollo se habrá de prolongar a una nueva jornada electoral. Qué sé yo. Entonces cabe que se hagan dos preguntas fundamentales, en lugar de rasgarse las vestiduras dada la nueva elección democrática: ¿cuál es mi grado de responsabilidad en torno a la realidad del país?y ¿qué puedo hacer para contribuir positivamente a esa realidad? En ambas respuestas está la clave del cambio.