En el aniversario número 35 de la muerte del insigne exprocurador Carlos Mauro Hoyos Jiménez, lo recordamos con este texto de Carlos Pachón Botero.

Carlos Mauro Hoyos, el papá de El Retiro

Por: Carlos Pachón Botero

cmpachonb@gmail.com

@cmpachonbotero

“Hago una convocatoria a la solidaridad. En el país no hay solidaridad permanente, hay una solidaridad de 24, 48 horas, o de un minuto de silencio cuando matan a un personaje.” –Carlos Mauro Hoyos Jiménez-

Carlos Mauro Hoyos Jiménez, es sin duda, uno de los personajes que está clavado en lo más profundo del corazón y del alma de los guarceños. Pese a que nació a cientos de kilómetros de El Retiro, en el corregimiento de Palermo, Támesis, en el suroeste del departamento, su presencia y recuerdo le valieron el apelativo del “papá de El Retiro”.

 

Su vida y trayectoria pública

Nació el  26 de junio de 1938, en un hogar de 8 hermanos. Sus padres Carlos y Rosa Elisa, siempre fueron su faro de inspiración.  Su familia era de comerciantes. Su padre, vendía telas y confecciones, vocación comercial que llevaría a la familia a Santa Bárbara, en este poblado del suroeste antioqueño, cursó algunos años escolares, luego se trasladan a Medellín y el joven Hoyos termina sus estudios de bachillerato en el colegio de La Universidad Pontificia Bolivariana. En Medellín, sus padres montan un café y luego una salsamentaría.

Siempre se caracterizó por su prudencia, era  más bien parco, no se excedía en sus comentarios y era muy bueno para oír, recuerdan quienes lo conocieron en sus últimos años de bachillerato y primeros de universidad. Conducta que mantuvo hasta el último día de su vida.

Estudió derecho en la Universidad de Medellín. Sus compañeros de estudio  le tenían un particular apodo: “Carlos Malo”, porque era pésimo para contar chistes, pero con una disciplina única para el estudio de las leyes. Se graduó en 1972 con una tesis sobre las cooperativas de municipalidades.

Años antes de obtener su grado, empezó su vinculación con El Retiro. En la década de los 60, llegó al municipio maderero para hacer su año rural como Juez Promiscuo Municipal, además fue profesor de filosofía en la Institución Educativa Ignacio Botero Vallejo, en donde compartió sus excelsas virtudes e impartió las más altas enseñanzas de un ético jurista.

Fue inspector de Medellín, luego pasó a ser jefe de inspectores de la capital de Antioquia. En aquellos años, era muy usual que un funcionario se quedara en un cargo largo tiempo hasta  jubilarse en él. El jurista, fue ascendiendo cada vez peldaños de mayor importancia. De la jefatura de inspectores, pasó a la subsecretaría de educación, y desde este despacho departamental, le hacía la segunda al titular de esta cartera, recibiendo jóvenes escolares que venían de los pueblos con inquietudes académicas y dudas sobre sus planteles y a todos bien recibía y bien atendía, con la jovialidad que siempre lo caracterizó.

 

Fue gerente de la cooperativa de municipalidades, precisamente el tema en el que basó su tesis de grado. En esta dependencia tenía contacto permanente con todos los alcaldes del departamento, les prestaba plata y les ayudaba a conseguir volquetas y elementos de trabajo. La cooperativa fue un modelo para todo el país. Después estuvo en un cargo en la tesorería de Medellín y tiempo después recibió el encargo de la dirección de la tesorería municipal. Duró poco en el Municipio.

Vendría un cargo de especial proyección para su carrera, Contralor General de Antioquia, en representación del Directorio Liberal departamental, orientado por Bernardo Guerra. En este cargo desempeñó no solo un decoroso papel sino que fue uno de los mejores custodios de las finanzas y del patrimonio de sus coterráneos. Fue una época de oro para la Contraloría regional.

En los años de contralor, nunca usó el vehículo oficial, siempre caminaba desde su despacho  en el centro de la ciudad hasta la casa en donde vivía con su familia en el barrio Buenos Aires. No le gustaba almorzar por fuera, no cambiaba la sazón de su hogar ni por la del más fino restaurante de la ciudad.

Sus años de congresista

Un buen contralor, era digno de estar en un lugar de honor en la lista del partido liberal a la cámara. Durante dos períodos se destacó en el congreso, y estuvo en la comisión primera de asuntos constitucionales y políticos y en la  comisión de acusaciones en donde le correspondió indagar al presidente Belisario Betancur por los hechos de la retoma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985. Junto con sus compañeros de comisión Horacio Serpa y Darío Ordóñez, archivó la investigación, 6 meses después de ocurridos los hechos. Fue ponente del proyecto presentado por el gobierno del presidente Betancur, sobre amnistía general para los alzados en armas. Fue el primer intento serio por lograr la paz, con los grupos guerrilleros que actuaban en el territorio nacional: Farc, EPL, M19, Quintín Lame, ELN, Patria Libre, entre otros.

En el eje de la política regional de la época, estaba Bernardo Guerra, Carlos Mauro tuvo una diferencia con el cacique, hecho que lo obligó a ocupar un renglón de menor importancia para aspirar al Congreso, ocupó el cuarto renglón en la lista del nuevo liberalismo en 1986 y como se suponía no alcanzó curul.

Este fue uno de los momentos más críticos para Carlos Mauro, mientras muchos pensaban que tan aciago período significaba su forzoso retiro, otros tenían planes de gran proyección para su vida. Eso sí, quienes estaban más contentos con la probabilidad de que Carlos Mauro se dedicara al descanso, eran los habitantes de El Retiro que lo querían con más tiempo libre y de lleno en el municipio.

Paradójicamente, Carlos Mauro, tuvo que compartir en aquellos años curul con quien más adelante sería su asesino, Pablo Escobar Gaviria. En febrero de 1982, Escobar, llegaría al congreso como suplente de Jairo Ortega Ramírez por el movimiento Alternativa liberal de Alberto Santofimio Botero. Escobar y Ortega fueron expulsados por Luis Carlos Galán del nuevo liberalismo, el movimiento por el que Carlos Mauro había sido elegido. Cuando se conoció la noticia de su secuestro el 25 de enero de 1988, Santofimio Botero, quien para la época era el director del liberalismo, envió una carta a los medios de comunicación lamentando el secuestro del destacado dirigente antioqueño. Hoy, el político tolimense, está procesado por el asesinato del candidato liberal, Luis Carlos Galán como instigador.

Sus años en la Procuraduría General de la Nación: el ministro del pueblo

Ya Carlos Mauro, estaba alejado de las mieles del poder, no había alcanzado una curul en congreso, pero el candidato liberal a la Presidencia de la República de 1986,  Virgilio Barco Vargas, quien también oficiaba como jefe máximo de la colectividad roja en el país, conocía el talante y  las calidades del dirigente en mención y lo designó como secretario general de su amado partido liberal.

Cuando sus amigos se enteraron de tan significativo nombramiento y de las nuevas posibilidades que se le abrían, le ofrecieron un sinnúmero de homenajes, Carlos Mauro los rechazó porque nunca fue presuntuoso. Indicó que su nueva tarea era buscar el consenso entre todas las vertientes liberales y nuevos sectores de opinión en torno al nombre de Barco Presidente y en ello se empleó de especial manera, se destacó por su carácter y su bondad y ayudó a que su jefe saliera mandatario de la nación.

Cuando Virgilio Barco llegó a la Presidencia de la República, derrotando al Conservador, Álvaro Gómez Hurtado, todos imaginaron que Carlos Mauro ocuparía un cargo del resorte del ejecutivo, pero su jefe lo tenía proyectado para una gran dignidad, Procurador General de la Nación.

Barco envió una terna al congreso para escoger al nuevo jefe del Ministerio Público,  integrada por Federico Estrada Vélez, Édgar Saavedra Rojas y Carlos Mauro Hoyos Jiménez. Estrada Vélez, era un candidato de peso, pero ya tenía señalado el camino a la embajada de Colombia en Italia. Saavedra Rojas no tenía la fuerza suficiente para alcanzar tal dignidad y Carlos Mauro quien gozaba del aprecio de muchos congresistas que habían sido sus compañeros  era el candidato favorito para reemplazar al hijo de El Carmen de Viboral, Carlos Jiménez Gómez.

El 17 de septiembre de 1986, una abrumadora votación en la cámara de representantes, selló su elección como Procurador General de la Nación: 112 votos a favor y 7 en contra. El cargo siempre ha gozado de gran prestigio nacional, pero en aquellos tiempos era mayor su dimensión, pues no existía la Fiscalía General de la Nación y la Policía Judicial dependía entonces de la Procuraduría y el Procurador era conocido como el máximo abogado y fiscal de la nación.

 

Al llegar al cargo como jefe del ministerio público, señaló que la suya sería una procuraduría con opinión, diferenciándola de la que presidió Carlos Jiménez Gómez, que siempre se caracterizó por la polémica. Jiménez Gómez estuvo al frente de una Procuraduría de opinión. Carlos Mauro, siempre fue un hombre modesto y así se refrendó cuando tomó posesión de su nuevo cargo y envió una carta al presidente Virgilio Barco, reportando su patrimonio: “Mis únicos bienes son un predio de 5 hectáreas en El Retiro, mis prestaciones como congresista de 1978 a 1986 y una oficina en la bolsa de valores de Medellín”.

Fue el primer procurador que viajó a Urabá para evidenciar la violencia que azotaba a la región desde la década de los 80. Recientemente la revista Semana publicó un reportaje sobre la desaparición del administrador de la cafetería del Palacio de Justicia, Carlos Augusto Rodríguez. El padre del joven desaparecido en la toma del Palacio de Justicia, don Enrique Rodríguez quien lleva más de 25 años buscando a su hijo, reconoció que el único funcionario que se interesó por su caso y le ayudó fue Carlos Mauro Hoyos Jiménez como Procurador General de la Nación.

Fue un crítico de las autodefensas, que empezaban a expandirse por el país, la corrupción, el enriquecimiento ilícito, el narcotráfico y la extradición, posturas que le valieron tiempo después su muerte.

Los viernes en la tarde salía para Medellín a visitar a su madre, pues su padre Carlos había fallecido en 1984. También aprovechaba el fin de semana para visitar y supervisar la construcción de su casa en El Retiro y los lunes a primera hora regresaba a Bogotá.

Su devoción por El Retiro

Desde que Carlos Mauro llegó a El Retiro, se enamoró de este bello municipio, con paisajes serenos y casitas con balcones republicanos. Ya habíamos consignado que llegó como juez promiscuo municipal. El cariño por el pueblo le alcanzó para dictar gratuitamente clases de filosofía en la Institución educativa Ignacio Botero Vallejo.

Alquiló una casa a Jesusita Montoya junto a la que construía y que nunca pudo inaugurar. Desde allí divisaba el parque principal. Le gustaban los bambucos, las carrileras, la guitarra, los fríjoles, las flores, el aguardiente, ayudar al prójimo, la caminata  y El Retiro. Nunca tuvo vehículo propio y llegaba a El Retiro o en bus, o en los carros oficiales que le asignaban por sus cargos.

“Disfrutaba de unos tragos en el Bar Jaramillo, que cambió su nombre porque antes se llamaba Bar Regina, pero Carlos Mauro siempre decía vamos para donde Jaramillo”, recuerda uno de los tantos guarceños que fueron testigos de la excepcional personalidad del exprocurador.  Le gustaba el aguardiente con naranjada. La tienda de Polo y el kiosko del parque principal, eran también lugares de su predilección. Al ser consultado sobre si temía por su seguridad, replicaba: “Si me van a matar que me busquen en la tienda de Polo, el Bar Jaramillo o en la casa de Jair Castaño”. Unos músicos le preguntaron, trajo escoltas y él contestó “hoy cambié las metrallas por guitarras”.

 

En las bancas del parque se sentaba el venerado dirigente a escuchar a su comunidad, en el confesionario como le decían. Allí le reportaban toda clase de inquietudes: “colóqueme una hija, ayúdeme a pagar la cuenta de los servicios, no tengo libreta militar”, estas eran las súplicas más recurrentes. El músico Horacio Bedoya, quien fuera director de la Banda de El Retiro en su época más laureada, por aquellos tiempos era un aventajado alumno del maestro Luciano Bravo Piedrahita y algún día el inmolado jurista le preguntó: “Horacio ya sacaste la libreta militar” y éste le contestó: “no todavía no”-“entonces mijo, cuánto le vale, vea yo le doy la plata para que la saque”, pero Horacio, se la gastó en otros menesteres, Carlos Mauro se enteró de que no había hecho el trámite y que se había gastado la plata y mandó a un asistente a que lo acompañara de nuevo a la Brigada y se la pagara. “De ese tamaño era Carlos Mauro”, recuerda el maestro Horacio que hoy está al frente de la banda de Guarne.

A sus amigos afines y adeptos a su causa en El Retiro, los llamaban “los pollitos”, porque lo seguían con devoción a donde fuera. En este grupo se destacan: Óscar Cadavid, Alfonso Castañeda y Édgar Echeverry.

Cuando Carlos Mauro era contralor de Antioquia, muchos guarceños ingresaron a la entidad y muchos encontraron su jubilación en estas dependencias departamentales.

Si sonaban las Acacias, Carlos Mauro se empujaba un aguardiente con entusiasmo. La canción popularmente conocida en El Retiro como El Beque, que tradicionalmente se llamaba “Entra no más” era uno de las tonadas que más disfrutaba y si era interpretada por la banda dirigida por el maestro Luciano Bravo Piedrahita, le sonaba mucho mejor. Se amañaba en la casa de Jair Castaño y le decía, “tenés que ser alcalde de El Retiro, preparate” y le pagó los últimos años de bachillerato, recuerda Castaño. “Me mandaba a comprar aguardiente y me pedía que invitara al trío Los Chachos conformado  por Alberto Castaño, mi hermano, Juan David García y Silvio Álvarez”, señaló Castaño. El bolero de Alberto Granados “Mi último fracaso”, era otra de sus canciones favoritas y como él decía, con esta me ‘copetoneo.’

La influencia política de Carlos Mauro, que también había sido concejal de El Retiro, era muy amplia, por eso cuando en 1988 entró en vigencia la elección popular de alcaldes, Héctor Escobar Villa se perfilaba como el primer alcalde popular de El Retiro, pues contaba con su respaldo y bendición y así fue, pero su mentor, ya no estaba para celebrar la gesta.

No le gustaban los cocteles, porque no le veía gracia a tomar trago parado y mucho menos a utilizar smoquin. El dirigente político Pablo Arango  Álvarez, recuerda que cuando Carlos Mauro fue designado procurador, un alto dirigente gremial los invitó a almorzar en Bogotá en un fino restaurante pero el hijo predilecto de El Retiro dijo: “yo prefiero la tienda de Jaramillo”. Cuando lo invitaban a fiestas pomposas decía, no me disfrazo, prefiero irme para mi pueblo.

 

El Retiro, también recuerda a su hermano, Henry Hoyos Jiménez, quien murió en noviembre de 2009, víctima de una penosa enfermedad. Estuvo alejado de las lides políticas y fue más cercano a las de un eximio caballista, que colaboraba con la organización de las cabalgatas tradicionales de las fiestas de los Negritos, tanto así que la del 28 de diciembre lleva su nombre. La única hermana de Carlos Mauro que aún vive es Marina Hoyos.

Su novia Vicky

No le gustaba que le dijeran doctor, prefería que lo llamaran Carlos Mauro y en El Retiro, todo el mundo conoció  a su novia como Vicky. En realidad se llamaba Silvia Victoria Valencia. En el pueblo, la recuerdan como una morena, esbelta, alta y bella. Él la conoció cuando tenía 15 años, pero esperó pacientemente a que cumpliera 18 años para invitarla a salir y cortejarla. Era hija de un profesor suyo en Santa Bárbara, Julio Valencia Peláez. La fama de Vicky trascendió fronteras. El periodista Juan Gossaín, escribió el 12 de octubre de 1987 en la revista Semana una columna titulada: “El novio de Vicky”, en la que se declara admirado por el amor que el procurador le profesaba a su joven novia. La columna surgió porque un amigo del consumado reportero radial le había contado que todos los viernes en la tarde el Procurador llegaba al aeropuerto para abordar el vuelo de la tarde para Medellín, en una mano tenía una caja de fresas frescas cubiertas de chocolate y en la otra un ramo de rosas rojas, hermosas y envueltas delicadamente en celofán.

El jefe del Ministerio Público le había confesado a su exsecretaria de despacho, Beatriz Suárez Gómez, que su madre le había pedido que sentara cabeza y que ya estaba un poco viejo, por lo que había considerado casarse con Vicky, su gran amor. Días después de su muerte, la propia novia, le reveló a un periódico local que la boda estaba planeada para junio de 1988. El Procurador le llevaba 24 años a su joven prometida. Al momento de su muerte tenía 49 años. Al parecer sus planes eran retirarse de la Procuraduría, contraer nupcias y lanzarse al senado. Vicky también le confesó a la prensa de la época que el último libro que leyó Carlos Mauro fue “El Último Gamonal” de Gustavo Álvarez Gardeazabal, obra literaria que le obsequió Óscar Botero y que hablaba de la violencia política.

 

Su casa en El Retiro

Carlos Mauro pagaba arriendo en una casa contigua a la que construía en el mirador que daba imponente al parque principal, desde allí divisaba y vigilaba su entrañable pueblo. Para construir su casa, vendió su oficina de abogado en el edificio de la Bolsa en pleno parque Berrío, centro de Medellín, invirtió sus prestaciones sociales y solicitó un préstamo por 3 millones de pesos al Banco Central Hipotecario.

Sus amigos le preguntaban: ¿y la finca va a ser ganadera o cafetera? y él contestaba: “va a ser aguardientera”.  Jesús Bedoya, era el encargado de su construcción. Cada 8 días pasaba revista y supervisaba los avances de la obra. Tomaba fotos que luego llevaba a Bogotá y mostraba orgulloso a sus conocidos.

El último fin de semana que estuvo en El Retiro, el sábado 23 de enero de 1988, tomó más fotos que de costumbre. Sembró  flores para ornamentar la propiedad y estaba sumamente complacido con los significativos adelantos en la construcción que se insinuaba terminada, porque la inauguración estaba presupuestada para Semana Santa, dos meses después de su infausta desaparición. Solo dos meses lo separaron de conocer su gran sueño: la finca Palermo como la llamaría, para evocar su pueblo natal. No la vio terminada ni habitada y mucho menos recorrida por sus amigos e inundada por la música colombiana como hubiera sido su deseo.

El Retiro protagonista de la noticia

El 25 de enero de 1988, El Retiro, fue el epicentro de la atención nacional. Ese día se produjo la liberación de Andrés Pastrana Arango, entonces candidato conservador a la alcaldía de Bogotá, quien se encontraba retenido en el municipio y  también se produjo la terrible y triste muerte del Procurador Carlos Mauro Hoyos, su cadáver apareció en jurisdicción de El Retiro, vereda Carrizales. Un día agridulce para el país y muy, pero muy triste para El Retiro.

Secuestro de Pastrana

El lunes 18 de enero,  un comando armado irrumpió abruptamente en la sede de campaña de Pastrana en Bogotá, lo montaron en un vehículo y un día después lo subieron a un helicóptero y lo condujeron hasta El Retiro, a la finca la Fresera. Allí permaneció 8 días. Su liberación fue posible por el gran operativo que la Policía y el Ejército desplegó en la zona, buscando al Procurador, quien había sido secuestrado el lunes 25 de enero en la glorieta del aeropuerto José María Córdova de Rionegro. Los secuestradores se sintieron presionados y huyeron cuando sintieron el gran operativo de la fuerza pública. Solo un secuestrador se quedó con el candidato a la alcaldía de Bogotá. 5 policías llegaron hasta la finca en donde estaba Pastrana, gracias a una llamada que había reportado movimientos en la finca cercana a la cañada de las flores.  El retenido alcanzó a gritar no disparen soy Andrés Pastrana, el único captor que lo acompañaba, le apuntaba con un arma. Un policía de apellido Zapata se ofreció como rehén para garantizar la vida del secuestrado, a los pocos minutos también recobró su libertad.

Ese día RCN radio se anotó un éxito periodístico. Después de las 12:00 del mediodía, el director de noticias de la cadena radial en Antioquia, Arturo Giraldo, le dijo a Juan Gossaín al aire que habían liberado a Pastrana. Gossaín, el curtido periodista de San Bernardo del Viento lo regañó y le dijo que no soltara esas noticias sin ninguna confirmación y Giraldo le dijo que él se hacía responsable, que la noticia se la habían confirmado en la gobernación. De inmediato llamaron al gobernador Fernando Panesso Serna, quien confirmó la nueva y señaló que estaba en la alcaldía de El Retiro.

 

En ese momento William Rojas, apodado en el máster de RCN como Campaz, un aventajado buscador de números telefónicos imposibles, entró en acción. Muy poco se demoró en conseguir línea con la casa de Anita Calderón, una anónima residente de El Retiro. «Acabo de ver al doctor Andrés, que iba acompañado de un gentío», dijo la guarceña. Consultada por Gossaín si tenía posibilidad de ponerlo al teléfono, la respuesta fue negativa. La señora argumentó que no podía dejar la casa sola. Campaz seguía empeñado en su labor y había conseguido comunicarse con el teléfono de la Alcaldía de El Retiro. El alcalde, Jaime Arturo López Gómez, habló con RCN y dijo que Pastrana estaba en el comando de la Policía. Nohra Puyana de Pastrana, esposa del recién liberado, al enterarse de la noticia llegó de inmediato a la cadena radial y logró hablar con su esposo, por la línea pasaron, Misael Pastrana Borrero y el presidente Virgilio Barco. La transmisión se mantuvo 4 horas al aire, y al final de la tarde se enteraron de la trágica noticia: Carlos Mauro había muerto.

El secuestro del Procurador

Antes de las 6:00 de la mañana del lunes 25 de enero, el conductor Jorge Enrique Loaiza  y el escolta asignado para la protección del Procurador en el departamento, Gonzalo Villegas Aristizábal, llegaron hasta su residencia en el barrio Buenos Aires, centro oriente de Medellín para llevarlo al aeropuerto. Faltando 5 minutos para las 7:00 de la mañana pasó el mercedes benz de color beige oficial de la Procuraduría  por la glorieta del aeropuerto, justo 100 metros antes de la entrada principal, cuando fueron interceptados por tres carros: 2 camionetas Toyota y un Renault 21 con 10 hombres fuertemente armados. Villegas Aristizábal, valientemente intentó repeler el feroz ataque, se bajó del carro y fue acribillado. Loaiza también fue masacrado en la glorieta cuando acudía a su pericia para escapar de la macabra escena. Desde un tercer vehículo le dispararon y perdió el control del automotor oficial que fue a dar contra un muro. El alcalde de Rionegro de la época, Juan Diego Murillo, señaló que de acuerdo con testigos del hecho de sangre, el procurador había sido bajado del vehículo para subirlo a un Toyota, indicó que el alto funcionario estaba malherido y los captores tomaron la vía a las Palmas.

El agente Jorge Enrique Loaiza Hurtado de 30 años, natural de Guarne, quien recibió varios impactos de bala con subametralladora y fusil R15 quedó tendido en el pavimento. Loaiza reemplazaba al agente Juan Carlos Betancur que estaba de vacaciones. El agente Gonzalo Villegas Aristizábal, de 27 años, de Cocorná, soltero, también quedó tendido en el ensangrentado asfalto. Los dos pertenecían a la Policía Judicial de Antioquia y prestaban sus servicios a la Procuraduría Regional. Carlos Mauro rechazaba los escoltas, decía que entre menos guardaespaldas tuviera, menos inocentes morían.

El jurista había sido crítico de la liberación de Jorge Luis Ochoa, un extraditable, ocurrida en diciembre de 1987 y abrió investigación contra los funcionarios que participaron en la diligencia judicial. Todos sabían que con esa crítica había firmado su sentencia de muerte, por eso el gobierno de Barco, tenía la certeza de que lo encontraban o sus captores lo mataban. Su seguridad se había reforzado, pero en Bogotá.

 

Su trágica muerte

Un sujeto con voz tímida llamó a una emisora, en la tarde del lunes 25 de enero y reportó lo siguiente: “anote. Su cadáver está en el siguiente lugar. Sitúese en el estadero la tienda del Mago, hacia Medellín. Sube hasta que encuentren una cantera en una curva, allí hay una piedra grande. 300 metros más adelante de esta piedra, a la derecha hay un letrero que dice: venta de estacones. Por esa entrada está el cadáver. Informe que la guerra continúa, la guerra continúa, le recalco, la guerra continúa. Esta comunicación confirmó lo que Colombia sospechaba, el Procurador estaba muerto. De inmediato se armó una romería en la vereda Carrizales de El Retiro, la Policía y el Ejército acordonaron el lugar, la finca San Gerardo.  Una voz desgarradora confirmó la infausta muerte: “desgraciadamente es el procurador” dijo el procurador para asuntos agrícolas, Ignacio Arboleda Arboleda. Allí estaba el cadáver, sus manos atadas, su frágil cuerpo vendado y su rostro desfigurado. Medicina legal  luego confirmaría que fue acribillado con 11 tiros de fusil y que su deceso se produjo hacia las 2:00 de la tarde, tres horas antes del terrible y triste hallazgo. La prensa de la época reportó que si hubiera sobrevivido al secuestro hubiera quedado inválido de por vida.

Pablo Escobar había dado la orden de su muerte, porque no soportaba dos fracasos en el mismo día. La liberación de Pastrana habría provocado la rabia de los extraditables que afirmaron que su ejecución obedecía a una traición a la Patria. Carlos Mauro, fue un mártir de la Patria.  20 años después del crimen, Jhon Jairo Velásquez  alias Popeye, confesó con suma frialdad en un libro cómo asesinó al alto funcionario. Un helicóptero trasladó el cuerpo sin vida del Procurador General a Medellín.

Ese día la bandera de El Retiro ondeó a media asta, los bares, cafés y cantinas, cerraron sus puertas. Las campanas sonaron y la población lloró incontenible. Un sentimiento de pesar inundó al pueblo y el cielo gris acrecentó la más terrible de las tristezas.

En el recinto de la Asamblea fue velado y sus honras fúnebres se cumplieron en Campos de Paz. Expresidentes y altas personalidades del país asistieron a su sepelio. El gran ausente fue el Presidente Virgilio Barco Vargas, hecho que le valió innumerables críticas. Después se sabría que el Ministro de Defensa Rafael Samudio, le recomendó no asistir porque no podían garantizarle su seguridad.

Una comitiva de El Retiro se hizo presente en el entierro con pancartas una de ellas decía: “Papá, El Retiro te extrañará”. Los guarceños solicitaron al párroco, Francisco Hernández, una eucaristía por la memoria de su entrañable amigo.  El solemne acto litúrgico se celebró el sábado 30 de enero de 1988 a las 10:00 de la mañana y fue concelebrada por 3 primos sacerdotes del inmolado Procurador. No cabía la gente en el templo.

Un crimen que cambió al país

El terrible asesinato de Carlos Mauro, provocó la ira nacional. Estremeció al país.  Los principales periódicos del país, sacaron una edición extraordinaria al finalizar la tarde del 25 de enero que se agotó de inmediato. Todos los líderes políticos se solidarizaron con la familia de Carlos Mauro.  Los medios de comunicación fijaron sus ojos en El Retiro. El Presidente Barco habló para todo el país lamentando la muerte del Procurador  y anunció el estatuto antiterrorista que creó 4993 cargos en la administración de justicia, control al uso de helicópteros en el territorio nacional, fortalecimiento de la fuerza pública y jugosas recompensas por información. La muerte de Carlos Mauro Hoyos, propició el acercamiento entre el partido conservador, principal opositor del gobierno y el Presidente Barco representante  del liberalismo.

Los honores al Procurador inmolado

En enero de 1989, el gobierno nacional rinde honores a la memoria de Carlos Mauro con la promulgación de la Ley 5, algunos artículos se cumplen y otros no.

La Ley decreta la creación de un monumento en El Retiro con la siguiente inscripción: » “El Retiro a Carlos Mauro Hoyos, quien pagó con su vida el amor a la justicia y a la dignidad humana. 1938 – 1988”.  En su artículo tres ordena lo siguiente: El Palacio de Justicia de la ciudad de Medellín, llevará el nombre de Carlos Mauro Hoyos Jiménez, pero en el máximo edificio de la justicia de Antioquia, no hay ninguna inscripción que corresponda con el mandato y en su puerta se lee el nombre del magistrado antioqueño José Felix de Restrepo. En este mismo artículo también se ordena la construcción en El Retiro de una unidad deportiva que lleve el nombre del sacrificado dirigente en un terreno donado por el municipio y con fondos de la nación y así ocurrió y a principios de la década de los años 90 se construyó este escenario. En el artículo cuarto de la Ley se lee que “la Cámara de Representantes ordenará la publicación de los escritos de carácter legislativo, político y jurídico del doctor Carlos Mauro Hoyos Jiménez‚ y la elaboración de un retrato al óleo para ser instalado en el Salón de Sesiones de la Comisión Primera Constitucional de la Cámara de Representantes”. Artículo quinto: “en el Palacio de Justicia de Bogotá se elaborará un mural relativo a los actos sobresalientes de la vida pública del Congresista y Procurador, doctor Carlos Mauro Hoyos Jiménez”. Artículo seis:    ”la carrera 35 entre las calles 46 y 49 de Medellín se llamará «Carlos Mauro Hoyos Jiménez‚» y allí se colocará un busto en bronce o una placa alusiva”, tampoco se cumple, la carrera 35 está en el barrio Buenos Aires, justo en la esquina en donde se conserva la casa en la que vivió el exprocurador con su mamá. No hay ninguna placa en su honor y la carrera no lleva el nombre del dirigente. Artículo siete: “El Consultorio Jurídico de una de las universidades de Medellín o Bogotá se denominará «Consultorio Jurídico Carlos Mauro Hoyos Jiménez».

El Acuerdo Municipal del concejo de Medellín número 02 de 1988 le asigna su nombre a la biblioteca de la corporación, como un homenaje al exprocurador fallecido.  Mediante el acuerdo 47 de 1988 se creó el cargo de Bibliotecólogo y se dotó de la estructura necesaria que  ha permitido su desarrollo para un máximo aprovechamiento de este valioso recurso de información y consulta.

La Escuela de capacitación Fiscal de la Contraloría General de Antioquia lleva el nombre “Carlos Mauro Hoyos”.

Una escuela de Calamar, Guaviare, el Instituto Agrícola se denomina Carlos Mauro Hoyos. Es la institución educativa más importante del municipio INACAMAHO.

La máxima condecoración de la Procuraduría General de la Nación se llama orden Carlos Mauro Hoyos.

El exalcalde de El Retiro, Carlos Mario Salazar Bermúdez, en sus épocas de concejal, mediante el acuerdo No 03 del 12 de junio de 2005, promovió y lideró la creación de la “Orden Carlos Mauro Hoyos Jiménez a la exaltación cívica” que se entrega anualmente en El Retiro cada 26 de junio, fecha de su natalicio. El concejo de Medellín por medio del acuerdo No 23 de 1999, cambió el nombre de la represa La Fe por el de “Represa Carlos Mauro Hoyos Jiménez”.

Carlos Mauro Hoyos Jiménez un hombre íntegro y recto que se opuso a las causas de los principales males que hoy nos aquejan: corrupción, narcotráfico y autodefensas. Silenciado por las balas de la mafia, pero su legado de honestidad permanece intacto. El Retiro, aún llora su partida y extraña su presencia.